Como todos los poetas de la generación del 27, Cernuda tiene una influencia notable en la poesía posterior. Esta influencia es patente en un grupo de autores, surgidos en los años 50 dentro de
la poesía social, que se encargarán de renovar el ambiente poético: Ángel González, José Ángel Valente, Francisco
Brines, Jaime Gil de Biedma y Claudio Rodríguez. Se habla de poesía
"meditativa", como rasgo que más acerca a todos estos autores entre
sí, lo que se relaciona, entre otros, con la poesía de Cernuda. Especialmente
importante es la trayectoria de Valente y Brines.
La obra de José Valente es de raíz
cernudiana porque ahonda en algunos de los caminos que la obra de éste abre y
se nutre de ciertas influencias y tradiciones poéticas señaladas por Cernuda.
Francisco Brines representa la culminación de una
poesía basada en el recuerdo de la infancia, del mundo bello que quedó atrás y
una reivindicación, muy sutil, del mundo homosexual. Brines sigue a Cernuda en
el recuerdo de los paisajes amados, inventa un mundo paradisíaco.
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