viernes, 16 de marzo de 2012

Poema "Niño tras un cristal"


NIÑO TRAS UN CRISTAL de DESOLACIÓN DE LA QUIMERA (1956-1962)

Al caer la tarde, absorto
tras el cristal, el niño mira
llover. La luz que se ha encendido
en un farol contrasta
la lluvia blanca con el aire oscuro.

La habitación a solas
le envuelve tibiamente,
y el visillo, velando
sobre el cristal, como una nube,
le susurra lunar encantamiento.

El colegio se aleja. Es ahora
la tregua, con el libro
de historias y de estampas
bajo la lámpara, la noche,
el sueño, las horas sin medida.

Vive en el seno de su fuerza tierna,
todavía sin deseo, sin memoria,
el niño, y sin presagio
que afuera el tiempo aguarda
con la vida, al acecho.

En su sombra la perla ya se forma.

Desolación de la Quimera es obra cumbre del poeta, fue escrita entre 1952 y 1962, y publicada de forma independiente ese mismo año. Toma su título de un verso de T.S. Eliot. Cernuda intuía su final, sabía que se acercaba la hora de la muerte y deja recogido una especie de testamento literario, donde plasma, no solo, su particular homenaje a amigos (Aleixandre) o a los maestros de los que bebió (Mozart, Tiziano, Galdós...), o el cariño sentido hacia algunas personas, a los nietos de Concha Méndez, por ejemplo, o el recuerdo de sus amores perdidos (a esos muchachos jóvenes de belleza divina); sino también, se dedica a atacar con un lenguaje ácido, crítico y desapasionado a todos aquellos que, según el poeta, han forjado “su leyenda”.

 Los poemas de Desolación de la Quimera se alejan de ese distanciamiento que Cernuda siempre había buscado y vuelve a poner otra vez el yo en primera línea, dejando, de nuevo, el alma al descubierto pero, esta vez, el amargor vital, la agresividad hacia los suyos, incluso, se convierte en un testimonio certero, auténtico y veraz del alma atormentada y desdoblada del hombre que fue Luis Cernuda. El tiempo pasado, la juventud ida, la vida no vivida y, sobre todo, su dedicación a la poesía se erigen en los temas centrales de su último libro que se convierte en un balance final.

 El poema Niño tras un cristal está inspirado en los nietos de Altolaguirre, niños a los le unía una relación de cariño y  con los que convivió en la última etapa de su vida, en la casa de Concha Méndez, la primera mujer de Altolaguirre. La instalación de Cernuda en México a partir de 1952, cuyo clima y paisaje tanto le recuerdan el de su Andalucía natal, significa un retorno al mundo de la niñez, que es un recinto protegido de las amenazas del tiempo y de la muerte. Se trata de un poema descriptivo de un momento de recogimiento de un niño en su habitación que el autor utiliza para la introspección interior.

El tema es la niñez representada  en el momento en el que un niño está cercano a superar esta etapa. Se resalta el momento de paz antes de que el tiempo y las experiencias de la vida le sitúen en la vida del adulto, cargada de preocupaciones.

El poema se estructura de la siguiente forma: cuenta con 21 versos que están divididos en cuatro estrofas de cinco versos cada una y un verso final que por su significado funciona como conclusión. El autor va de lo particular a lo general, ya que inicia el poema con la descripción del momento y lugar en el que se encuentra el niño a situación general, al momento vital en el que se encuentra (“habitación” “vida”)

Niño tras un cristal está redactado en versos libres o versículos  (en su mayoría son endecasílabos o heptasílabos) y carecen de rima, pero el ritmo poético esta construído a base de la repetición de elementos propios de la lírica.

En el contenido se pueden establecer dos partes:

·         La primera parte abarca las 3 primeras estrofas en las que el autor describe en un tono de abandono  y tranquilidad el momento y el lugar en el que se encuentra el niño. La luz, la lluvia, la habitación, el libro…transmiten la sensación de encontrarse en un espacio protegido.

·         La segunda parte la forman la 4ª estrofa y el verso final: el poeta resalta el momento de la inocencia del niño, que a punto está de hacerse mayor. Un tiempo sin medida y en el que el “acecho” de la vida todavía no se presagia.

En el análisis de los recursos literarios nos encontramos:

En la primera parte, el uso de la personificación en “la habitación…/le envuelve” y en “El visillo le susurra…”, símil en “el visillo…/como una nube”, metonimia en “El colegio se aleja”, metáfora en “Es ahora la tregua” (descanso) y, enumeración en  “La noche, el sueño, las horas sin medida”

En la segunda parte hay: hipérbaton y paralelismo en “Vive en el seno de su fuerza tierna, todavía sin deseo, sin memoria, el niño, y sin presagio”, y, las metáforas en “El tiempo aguarda con la vida al acecho” (paso de la infancia a la edad adulta) y en “En su sombra la perla ya se forma” (carácter).

En general, en el poema se establece un paralelismo entre el niño, encerrado y protegido en su habitación “la habitación a solas/le envuelve tibiamente” y la perla que se va formando en su interior “en su sombra ya se forma la perla”.

En realidad, todos los recursos expresivos, el momento del crepúsculo “al caer la tarde”, el juego de luz y sobra “la lluvia blanca en al aire oscuro”, la suspensión espacio-temporal de la tercera estrofa “es ahora/la tregua”, el contraste entre la inocencia presente y la amenaza futura en la cuarta estrofa “que afuera el tiempo aguarda/con la vida, al acecho”, se disponen hacia el verso final que forma una sola estrofa aislada en el poema. El simbolismo de la perla revela aquí el deseo de inocencia, de preservar la intimidad de cualquier amenaza externa.

Hay una lucha constante por resguardar la delicada y frágil interioridad que se manifiesta en el poema desde la imagen inicial del cristal. La transición del día a la noche se hace coincidir con el paso de la niñez a la edad adulta, el cristal protege al niño de la lluvia, símbolo a su vez de la muerte, como la concha protege a la perla, del agua del mar.

Haciendo una valoración personal se trata de un poema muy fácil de entender porque, aunque está cargado de recursos literarios, el lenguaje empleado es cercano y claro. Llama la atención la naturalidad del lenguaje que se utiliza y la relación armónica que se establece entre la naturaleza y el transcurso de la infancia. El poeta transmite una profunda nostalgia pero al mismo tiempo, la  paz encerrada en un momento. Sin embargo, el poema queda abierto al futuro, un futuro, que dentro de las características personales del poeta y las experiencias ya vividas, se espera con dificultades.






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